Vamos chica, abre la ventana.
El dulzor más amargo suele escaparse con el viento.
Sopla y suave brisa toca que la piel está, y estremece cuando ríes.
Mi brevisima amistad cobarde, cobarde y valiente,
ya no hay lugares para todo aquello que aborrecemos en las historias del ayer
y los comienzos de los días.
Vamos chica,
de traiciones está repleto el paraíso,
y todos sabemos que para ello no es preciso que nos maten.
Que hay lenguas que escupen fuego, sí,
siembran el pánico,
derriban nuestros árboles.
Balbucean,
y cuando ya no los vemos sus ojos empequeñecen con fulgor
y sonríen, pues su trabajo está hecho.
Y tu estás allí aplastada,
arrancándote desesperada la parte más fina del cuero cabelludo
Chica loca, de rizos eternos:
¿Qué interesa lo que ha sido lo que no fue lo que será mañana?
¿Qué interesa quién ha sido, quién dejó de ser, quién aparenta y quién es?
¿Qué interesa si ese aliento nubló tu rostro?
¿Saben, acaso, de que está hecho el verbo que deja la fragancia de tus manos?
Vamos chica,
Abre esa ventana
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